Investigadores españoles, liderados por Manuel Serrano, director del Programa de Oncología Molecular del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), han logrado obtener por primera vez células madre embrionarias directamente en organismos vivos, ratones en este caso. Además, estas células tienen una capacidad de diferenciación mayor que las obtenidas hasta ahora en cultivos in vitro, las denominadas células madre pluripotente inducidas (IPS). Las inducidas in vivo por el equipo de Serrano llegan hasta un estadio embrionario más temprano, equivalente a embriones humanos de 72 horas de gestación y sólo 16 células y se comportan como células totipotentes: capaces de originar cualquiera de los tejidos del organismo —como las IPS—, pero además otros que sólo se producen en el embrión, como la placenta, algo que hasta ahora no se había conseguido en el laboratorio.
Los investigadores lograron inducir la formación de pseudoembriones en las cavidades torácica y abdominal de los ratones, que presentaban las tres capas propias de los embriones de las que derivan todos los tejidos (ectodermo, mesodermo y endodermo), estructuras que soportan la formación del embrión, como el saco vitelino y vieron signos de formación de células sanguíneas.
Este importante descubrimiento amplía las aplicaciones de las células madre inducidas (IPS) en medicina regenerativa. «Con los mismos cuatro genes que se reprograman las células adultas en placas de laboratorio, se consigue llegar más atrás cuando se hace dentro del organismo, como si se mejorara elproceso de reprogramación. Esto se traduce en mayor plasticidad celular. En vez de ser pluripotentes, es decir, con capacidad para diferenciarse en todos los tejidos del embrión, estas células son totipotentes, lo que significa que además originan tejidos de soporte embrionarios, como la placenta», explica María Abad, primera autora del trabajo. La ventaja, aclara la investigadora, es que «se podrían tratar enfermedades placentarias. Y ya que son más potentes y plásticas, quizá tengan también mejorada la capacidad de diferenciación en distintos órganos respecto a las IPS, aunque esto está por ver», aclara.
En 2009, en los primeros momentos de la reprogramación celular in vitro, el equipo de Manuel Serrano se planteó si sería posible hacerlo in vivo, sin necesidad de extraerlas del organismo y cultivarlas luego en una placa de laboratorio. Hoy la revista “Nature” da a conocer el trabajo, que demuestra que es posible lograrlo utilizando el mismo “cóctel” de cuatro genes que usó el investigador japonés Yamanaka para obtener por primera vez células madre embrionarias a partir de fribroblastos de la piel sin tener que recurrir a un embrión. La sorpresa ha sido que no sólo se puede, sino que estas células reprogramadas directamente en el interior de los ratones vivos están además un paso por delante de las células pluripotentes inducidas (IPs) de Yamanaka. Lo explicaba Manuel Serrano el pasado mes de mayo en la Fundación Jiménez Díaz, donde recogió el premio de este año de la Fundación y pronunció la XLV lección conmemorativa, con el título “Nuevas fronteras de la reprogramación celular”. “La reprogramación celular in vivo es posible”, aunque gran parte de la comunidad científica creía que no, decía Marugán, adelantando datos de su trabajo aún sin publicar.
Medicina regenerativa Este descubrimiento, explicaba, “abre la puerta a la regeneración in situ en los tejidos, bien aplicando los factores de reprogramación [genes] o con compuestos químicos, porque otra cosa que está por venir es la regeneración libre de genes”. Sus palabras evocaban la famosa obra de teatro de Jardiel Poncela, “Cuatro corazones con freno y marcha atrás”, la historia de cuatro personajes que que no sólo se convierten en inmortales, sino que además acaban rejuveneciendo.
¿Será posible en un futuro reparar los tejidos dañados dentro del organismo, en definitiva “rejuvenecerlos”? Aunque conceptualmente ahora se ha demostrado que es posible, “estamos en el primer paso en un organismo inferior como el ratón. Es un avance saber que se pueden reprogramar células en el mismo organismo”, aclara Abad. “Las IPs generadas in vitro hasta ahora se han diferenciado en numerosos tejidos [incluido el cerebro]. Sin embargo, el escollo principal es que esos distintos tejidos se integren en los órganos diana y sean funcionales. Idealmente ese escollo se evitaría si se pudiera hacer todo el proceso de reprogramación dentro del organismo y controlando el proceso de diferenciación”, explica María Abad. De momento, aunque se trata de un primer paso importante, las aplicaciones prácticas están aún lejanas, advierte Abad.
“Nuestras células madre sobreviven también fuera de los ratones, en cultivo, por lo que podríamos además, manipularlas en el laboratorio”, explica Abad, que adelanta que “el siguiente paso es estudiar si estas nuevas células son capaces de generar de una forma más eficiente distintos tipos de tejido, como páncreas, hígado o riñón”.
El trabajo desarrollado en el CNIO ha contado con el apoyo del equipo de Miguel Manzanares, del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y con la financiación del Ministerio de Economía y Competitividad, el European Research Council, la Comunidad de Madrid, y las Fundaciones Botín, AXA y Ramón Areces.